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Diamonds are forever

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En el año 2007, el reconocido y polémico artista Damien Hirst sorprendía con la exhibición por primera vez de la obra For the love of God (en español traducido como Por el amor de Dios). La escultura, producida por el artista plástico con 8601 diamantes sin defectos que, colocados sobre un cráneo, quizás sea la mayor muestra de simbiosis existente entre joyería y arte. Lo cierto es que, pese a las más lujosas joyerías y pese a las más grandes, entre las cuales está mi favorita; MomJoyas, de alta estilización, las joyas no terminan de encontrarse, normalmente y salvo excepciones, entre las piezas de Arte. Esa idea es algo que proviene mayoritariamente de ficciones televisivas, sobre todo. En un episodio de la serie Castle, por ejemplo, los investigadores, Kate Beckett (Stana Katic) y Richard Castle (Nathan Fillon), estudiaban el robo nocturno de una joya que se exponía en un museo.

No obstante, para el artista, empresario y coleccionista Damien Hirst, nacido en Bristol en el verano de 1965, sí existe la relación, como ilustra perfectamente la citada composición, entre joyería y Arte (con mayúsculas). Antes de su famosa y lujosa obra (la calavera costó catorce millones de libras, aunque según fuentes oficiosas se vendió por más de cincuenta millones), el de Bristol ya había aunado su concepción de Arte con la joyería. En el año 2008, por ejemplo, ya sorprendió tanto a público, como a galeristas y críticos de arte con su obra The Golden Calf, un becerro preservado en formaldehído, cuyas pezuñas y cuernos eran de oro de 18 kilates, que se vendería por 10,3 millones de libras, aproximadamente.

Desde sus inicios al lado de los Young British Artist, el controvertido artista plástico ha experimentado con todo tipo de materiales, pero siempre con un tema recurrente a toda su obra, que quizás tome su máximo punto álgido en la calavera de diamantes de For the love of God: la muerte. Ya sean animales sumergidos en formol, como el famoso tiburón de su obra The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living (que, traducido, sería algo así como La imposibilidad de la muerte en la mente de alguien que está vivo), o la conservación de una vaca, seccionada por la mitad, que muestra con un dudoso gusto la obsesión del artista para con la muerte.

Más allá de Hirst, y dando un giro radical a la temática del artículo, no ha sido el británico el único artista que ha experimentado una cierta atracción por o hacia las joyas. En un sentido totalmente opuesto, lejos de la experimentación que ofrece Hirst –lejos incluso de la noción de Arte como lo conocemos, o como lo estamos denominando hasta este párrafo– está Marilyn Monroe. Su famosa sentencia: “Diamonds are forever” (“Los diamantes son para toda la vida”), habla por sí misma de la fascinación que la joyería ejercía sobre la artista, cantante y actriz. En efecto, un diamante, y por extensión una joya, dura eternamente (o al menos puede hacerlo si se cuida). Por eso, quizás, en algunas situaciones, nos aseguramos de que nuestras personas más cercanas y queridas tengan como regalo nuestro una joya mediante la que nos recuerden desde ese día hasta el último.

¿Quién no ha regalado una joya en alguna ocasión? ¿Y quién no ha pensado lo caro que podía llegar a resultar el regalo? Por suerte para los amantes de las joyas, y para sus “regaladores”, la llegada del comercio a internet ha traído consigo un aumento de los comercios online de todo tipo. Las joyas y la bisutería no se han quedado atrás, por lo que también existen tiendas y establecimientos online, como Mom Joyas, que sirven para encontrar el producto seleccionado sin el menor de los problemas y asegurándote que el precio no va a ser abusivo. No importa si es un colgante, un anillo, una pulsera o cualquier pieza de bisutería o joyería con la que quieras tener un pequeño detalle con algún ser querido. Con una franja amplia, tanto de calidades como de precios, la elección depende del comprador y sus necesidades, así como de los gustos. Lo que sí que no varía es la dedicación de esta familia de joyeros, ya en la tercera generación, que miman y cuidan tanto al producto como al cliente.

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