Comer sano a veces parece imposible. Entre el trabajo, las prisas, los amigos que siempre quieren pedir comida rápida, acabamos tirando de lo de siempre, y luego nos sentimos culpables porque sabemos que no es lo mejor para nuestro cuerpo.
A mí también me pasa, por eso busqué opciones que de verdad me apetecieran y que además me ayudaran a sentirme mejor.
El aguacate
El aguacate está en todas partes. Lo ves en tostadas, ensaladas, batidos… y sí, a veces hasta cansa. Pero lo cierto es que es una bomba de grasas saludables que ayudan al corazón y que además sacian bastante. Es de esos productos que te llenan pero no te dejan pesado. Lo que me gusta del aguacate es que es muy versátil: puedes hacerlo salado o dulce, frío o caliente, y siempre encuentra su sitio.
Ahora bien, cuando hablo de aguacate todo el mundo piensa en guacamole. Y no, no voy a darte otra receta de guacamole porque para eso ya tienes cien versiones en internet. Te voy a dar algo más inesperado: mousse de aguacate con cacao. Sí, suena raro, pero queda brutal.
La receta es muy simple:
- 1 aguacate maduro
- 2 cucharadas de cacao puro sin azúcar
- 1 o 2 cucharadas de miel o sirope de dátil
- Un chorrito de bebida vegetal o leche
Metes todo en una batidora y lo conviertes en crema. Lo pruebas, ajustas de dulzor si hace falta, y listo. Queda como un mousse de chocolate, pero mucho más ligero y sin necesidad de lácteos pesados. Nadie nota que lleva aguacate, pero sí sienten que es algo distinto. Es una forma rápida de transformar un producto saludable en un postre que no te hace sentir culpable.
Lo bueno de esta receta es que tardas cinco minutos en hacerla, no ensucias casi nada y encima es nutritiva. Yo la preparo cuando quiero algo dulce después de comer pero no me apetece caer en galletas o bollería.
El tomate
El tomate es otro básico. Está presente en casi todas las cocinas del mundo y siempre lo vemos en ensaladas o en salsa. Pero el tomate tiene un punto muy interesante: es rico en licopeno, una sustancia que ayuda a proteger el cuerpo del daño celular. Lo mejor es que cuando se cocina, el licopeno se potencia, así que tanto crudo como cocinado tiene beneficios.
El problema es que solemos usarlo siempre igual: en ensalada con sal y aceite, en sofrito, o en gazpacho. Y aunque esas versiones son buenas, hay una receta que me encanta porque rompe lo típico: granizado de tomate con albahaca.
Te cuento cómo hacerlo:
- 3 tomates maduros
- 1 pepino pequeño
- Unas hojas de albahaca fresca
- Zumo de medio limón
- Sal y pimienta al gusto
Se tritura todo junto y se mete en el congelador en un recipiente plano. Cada media hora lo rascas con un tenedor para que se vaya formando el granizado. En dos horas lo tienes listo. Lo sirves en un vaso pequeño, con una hojita de albahaca encima, y parece un postre, pero es totalmente salado y refrescante.
Este invento es perfecto para el verano o para cuando tienes invitados y quieres sorprender. Además, al ser ligero, no cae pesado. Yo lo probé una vez en un bar de tapas y lo adopté porque no me imaginaba el tomate convertido en algo tan fresco y diferente.
La avena
La avena es uno de esos productos que de repente se puso de moda, pero que merece la pena de verdad. Tiene fibra, ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y da bastante energía sin ser pesada. Además es barata y fácil de encontrar.
Lo típico es hacer gachas o porridge, o echarla al yogur. Pero yo descubrí una forma que me gusta aún más y que casi nadie espera: galletas rápidas de avena en sartén.
La receta es así:
- 1 plátano maduro
- 5 cucharadas de copos de avena
- Unas pepitas de chocolate o frutos secos al gusto
Machacas el plátano con un tenedor, mezclas con la avena y añades lo que quieras extra. Luego coges una sartén antiadherente, la calientas un poco y con una cuchara grande pones la mezcla en forma de galleta. La aplastas un poco y la dejas un par de minutos por cada lado. Y ya está.
En cinco minutos tienes unas galletas blanditas pero deliciosas, sin horno, sin complicarte y con ingredientes básicos. A mí me salva cuando tengo antojo de algo dulce en la tarde o cuando quiero desayunar algo rápido pero casero.
Las uvas
Las uvas son un mundo aparte. No solo porque se pueden comer tal cual, sino porque de ellas salen bebidas que todos conocemos, como el vino. Aquí quiero parar un poco porque las uvas tienen mucho más que dar de lo que solemos pensar.
Primero, lo básico: son una fuente de antioxidantes, sobre todo las uvas oscuras. También hidratan, son ligeras y se pueden usar en un montón de platos tanto dulces como salados. Y por supuesto, en forma de vino tinto o blanco tienen otro perfil de sabor. Obviamente, el vino hay que tomarlo con cabeza, pero usado en cocina da muchísimo juego.
Lo interesante aquí es elegir bien entre uva verde o uva tinta. Y en esto me viene genial un consejo que aprendí escuchando a la gente de Plantvid, que son viveros de vid en Valencia. Ellos me explicaron que la uva verde suele encajar mejor en recetas frescas o con pescado, porque aporta un punto más ligero y ácido. En cambio, la uva tinta se luce más en platos con carne o preparaciones que necesitan intensidad.
Ahora bien, ¿qué receta puedo recomendar con uvas? Pollo con uvas y vino blanco.
Ingredientes:
- 2 pechugas de pollo
- 1 vaso de uvas verdes partidas a la mitad
- 1 vaso de vino blanco
- 1 cebolla pequeña
- Un poco de aceite, sal y pimienta
Doras la cebolla en una sartén, añades el pollo cortado en tiras, lo sellas y después incorporas las uvas. Cuando empiezan a soltar su jugo, echas el vino blanco y lo dejas reducir unos minutos. Queda un plato jugoso, con un toque dulce y fresco que no te esperas.
Lo probé en casa porque me parecía rarísimo mezclar uvas con pollo, pero resultó ser un acierto. No es complicada y te da un plato diferente para cuando estás cansado de las mismas recetas.
El brócoli
El brócoli tiene mala fama, pero lo cierto es que es de lo más completo: fibra, vitaminas, minerales y muy pocas calorías. El truco está en cómo prepararlo para que no sea soso.
Normalmente lo vemos hervido, al vapor o al horno con queso. Todo bien, pero yo prefiero darle una vuelta y hacerlo en versión snack de brócoli crujiente.
La receta va así:
- Ramilletes de brócoli
- Un chorrito de aceite de oliva
- Sal, pimienta y ajo en polvo
- Un poco de queso rallado (opcional)
Lo cortas en trozos pequeños, lo mezclas con el aceite y las especias, lo pones en una bandeja y al horno fuerte (200 grados) durante unos 15 minutos. El brócoli se tuesta un poco, se queda crujiente y con un sabor mucho más atractivo.
Lo puedes comer como si fueran palomitas mientras ves una serie, o ponerlo como acompañamiento. A mí me gusta tanto que a veces hago más cantidad para tenerlo listo en la nevera y recalentarlo rápido. Así, lo que era un vegetal aburrido se convierte en algo que de verdad apetece.
La manzana
Es barata, accesible, ligera y muy práctica para llevar en cualquier sitio. Además, ayuda a la digestión y aporta fibra. Pero claro, lo típico es comerla tal cual o en compota.
Lo que me gusta es buscar formas distintas de usarla. Una que descubrí hace poco y que me parece genial es la manzana asada rellena de frutos secos y canela.
Receta:
- 2 manzanas
- Un puñado de nueces o almendras picadas
- Un poco de canela en polvo
- 1 cucharadita de miel
Se vacía un poco la manzana por arriba, se rellenan con los frutos secos, la miel y la canela, y se meten al horno unos 20 minutos a 180 grados. La manzana se ablanda, el relleno se tuesta un poco y el olor es increíble.
Es un postre súper fácil, que no requiere nada raro y que queda como algo elaborado aunque solo tarde media hora. Lo mejor es que sacia un montón y quita las ganas de comer postres menos saludables.
Comer sano no es tan complicado
Lo importante no es tener una lista infinita de productos saludables, sino aprender a darles un giro que los haga atractivos para nuestro día a día. Porque al final, si comer sano se vuelve aburrido, lo vamos a abandonar rápido.
No hace falta que todo lo que cocinemos sea perfecto ni que contemos calorías. Se trata más bien de encontrar preparaciones que nos hagan disfrutar sin sentir que estamos sacrificando sabor. Yo aprendí que con un poco de creatividad, cualquier producto saludable puede convertirse en algo apetecible.
Así que mi invitación es simple: prueba una de estas recetas, aunque solo sea una. Dale una oportunidad a un alimento que pensabas que era aburrido. Seguro que descubres que comer sano puede ser mucho más divertido y rápido de lo que creías.