En esta vida, tenemos la importante misión de destacar entre las personas que conforman nuestro círculo. Para que seamos conocidos y que las acciones que llevamos a cabo sean especialmente interesantes, lo primero que tenemos que hacer es asegurarnos de que somos completamente diferentes al resto o que hacemos algo que se sale de lo común. Si hacemos lo mismo que hace todo el mundo, poco vamos a poder conseguir, os lo puedo asegurar. Así que el gran reto que tenemos siempre por delante es el de hacer posible que destaquemos por algo relativo a nuestro físico, alguna cuestión ligada a nuestra manera de ser o a través de algo que hacemos mejor que nadie o diferente al resto.
En concreto, en estos párrafos os voy a hablar de una manera a través de la cual podemos destacar desde un punto de vista físico. Y es que es muy posible hacerlo. No tenemos que ser más altos o más guapos que nadie, ese es un aspecto que depende de nuestra genética y que difícilmente podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es el tipo de cosas que llevamos encima: nuestra ropa es uno de los mejores ejemplos de ello, pero no es el único ni mucho menos. Otro de los que nos pueden ayudar mucho en este sentido puede ser el hecho de llevar piercings.
Siempre he sido un enamorado de productos como estos. Desde que era pequeño, los vi precisamente como ese símbolo de diferenciación del resto. Recuerdo que, siendo menor de edad, me costó mucho convencer a mis padres de que me dejaran llevar uno. Fue a fuerza de insistir una y otra vez, además de sacar buenos resultados en el colegio y el instituto, como empezaron a levantar un poco la mano y a dejar que empezara a llevar este tipo de productos en mi cuerpo.
A veces ocurre que, cuando empiezas con un hobby, no lo puedes dejar. Y eso es algo que me pasó a mí en una época como aquella. El primero que me puse fue en la ceja, pero unos meses después aposté por la lengua, un tiempo más tarde en la oreja… y después han venido algunos más. Me encanta esta sensación porque sé que he conseguido ese objetivo que venía persiguiendo, el de ser diferente a los demás. Fui el primero de mis amigos y también el primero de mi clase que apostó por esto y la verdad es que me ha salido bien, porque todo el mundo sabe perfectamente quién soy y cuáles han sido mis gustos.
Con el paso de los años, empecé a darme cuenta de que me gustaba tanto el mundo de los piercings que podía no quedarme solamente en elegir el que me gustaba y que me lo pusieran. Empecé a tener la sensación de que podía ganarme la vida dentro de este sector y abrir mi propio negocio. No tenía demasiada competencia en la zona en la que vivo, pero sí que había gente interesada en este tipo de cosas. Por tanto, me puse manos a la obra para dar rienda suelta a mi ilusión.
Tenía muchas cosas en las que pensar, como seguramente estéis suponiendo. Necesitaba encontrar un local en el que tuviera la visibilidad que necesitaba, una estrategia de marketing que resultara atractiva para mi público objetivo y un capital inicial para tratar de acometer la inversión que se requería para empezar a funcionar del modo en que yo quería hacerlo. No voy a decir que fue fácil, porque a todos los que hayáis emprendido un negocio en alguna ocasión os sonará que es muy difícil empezar a funcionar, pero conseguí mis propósitos tan pronto como me fue posible y empecé a ver mucho más cerca el momento de empezar a ganar dinero.
Tenía una cosa que decidir antes de empezar a abrir la tienda de piercings: cuál iba a ser el proveedor en quien confiara para obtener los piercings que después adquirieran mis clientes y clientas. Tenía algunas preferencias y tengo que reconocer que dediqué unos días a estudiar la decisión más adecuada para mi negocio. Finalmente, me decanté por Piercing y Tattoo por el hecho de que me podían suministrar piercings para orejas, ombligo, lengua, pezón… y porque además también me ofrecían una variedad amplia en lo que respecta a los materiales con los que estaba fabricados esos piercings. Eso me permitiría poder adaptarme a cada cliente en concreto, que era lo que necesitaba para ganarme su confianza.
Creo que esta fue una decisión más que acertada. En cuanto abrí el negocio, empecé a disponer de clientela. Primero fue gente joven y después he de decir que se ha ido ampliando el tipo de gente que ha acudido hasta mi negocio para solicitar los servicios y productos que tengo a disposición de todos los interesados. Esto me ha permitido ganar publicidad y obtener la imagen que siempre he querido dar. A nivel económico, el negocio ha crecido muchísimo y hay muchísima gente que, ni siquiera conociéndome personalmente ni viviendo cerca de mi negocio, ha venido a visitarlo y a obtener los piercings que tengo a disposición del público.
El futuro que me espera creo que es bastante halagüeño. Voy creciendo año a año y ya entra en mi horizonte la posibilidad de abrir una segunda tienda. Además, estoy haciendo una buena labor en lo que tiene que ver con la promoción de mi negocio. Desarrollo un montón de técnicas de marketing digital que me están funcionando y que están permitiendo que el público objetivo al que me dirijo sea consciente de que tiene la opción de contar conmigo y con mi experiencia si desea ponerse un piercing. No hay ninguna estrategia que sea mejor que la de tener mis propias cuentas en redes sociales y hacer campañas pagadas en un entorno como esta.
La verdad es que este sector se encuentra en un periodo en el que no para de crecer. Y una buena muestra de ello es la noticia que os voy a enlazar a continuación y que fue publicada en la página web del diario La Razón, en la que se indica que los negocios de piercings crecieron un 7.000% desde el año 2005. Han sido dos décadas muy buenas en las que cada vez más personas han intentado diferenciarse del resto desde un punto de vista físico a través de elementos como lo son los piercings, que constituyen una de las modas más grandes e importantes del siglo XXI y que va a seguir ocupando ese papel a corto, medio y largo plazo.
El mercado de los tatuajes se comporta de una manera parecida
Hay una parte de las personas que componen la sociedad que siente la necesidad de hacerse tatuajes para expresar sobre su cuerpo alguna de las cosas que forman parte de su ser: una frase, el nombre de una persona querida, una fecha especial para nosotros… Cada vez es más habitual encontrarse con personas con tatuajes y parece ser que esta moda, al igual que la de los piercings, ha venido para quedarse a nuestro lado durante bastante tiempo.
De acuerdo con lo que apunta una información que vio la luz en la página web del diario 20 Minutos, España es el sexto país del mundo en lo que respecta al público que tiene tatuajes en su cuerpo. Es una necesidad para muchas de las personas que forman parte de nuestra sociedad y la verdad es que es una cuestión que podemos ver con nuestros propios ojos si echamos un vistazo a la gente que tenemos alrededor. Los tatuajes, como los piercings, también se han convertido en una manera de diferenciarse de otras personas y de mostrarle al mundo lo que más nos gusta, aquello que nos hace especiales.
En la noticia a la que hacía referencia más arriba también se indica que hay una parte considerable de personas que, después de hacerse un tatuaje, se lo borra. Pero eso no quiere decir que deje de confiar en los tatuajes en sí. Lo que ocurre en este tipo de casos es que se suelen borrar para hacer otro distinto en la misma zona. Esto no ocurre de la misma manera con los piercings, a los que se le suele tener una mayor fidelidad. Está claro, eso sí, que estas dos maneras de obtener una determinada imagen personal siguen triunfando a día de hoy (y lo van a seguir haciendo).
Sigue habiendo personas que, a pesar de sentir una gran atracción por todo lo que rodea a los piercings y los tatuajes, suelen no ponérselos por aquello del “qué dirán”. Creo que la época de preocuparnos por la imagen que dejamos en otras personas ha pasado y que verdaderamente importante es que hagamos y nos pongamos lo que nos guste, sin importar si eso va a gustar o no entre la gente que tengamos a nuestro alrededor con la que se cruce con nosotros y nosotras por la calle.