Toda aquella demostración de talento, puede considerarse arte. Toda muestra de arte debe ser conservada y mantenida, con independencia de su naturaleza. Aunque existen muchos tipos de arte, tanto material, palpable y visible, como pueden ser los cuadros o las estatuas; como inmaterial, perceptual o sensible, como la música o el teatro, aquellos considerados materiales, requieren, como cualquier objeto físico, de una limpieza.
Los amigos de Stocknet, expertos en productos de limpieza, nos han explicado como han de mantenerse limpios los monumentos más emblemáticos, las esculturas y todo aquello que se considera un arte y esta a la vista de cualquier visitante.
Puede que nos pase desapercibido ese pequeño detalle. Paseamos por la ciudad o un pueblo y vemos un edificio que capta nuestra atención por su arquitectura, la historia que lleva implícita en sus paredes. Tal vez no se trate de un edificio si no de un monumento o una estatua, como pueda ser la de Colon que gobierna la plaza de su mismo nombre en la capital o la propia Torre Eiffel.
Miramos y admiramos todas estas muestras de arte. A veces pasamos por su lado a diario y contemplamos su belleza o sus detalles sin plantearnos si ese, es su aspecto original. Salvo que veamos alguna mancha de pintura, grafiti o desperfecto muy llamativo, tendemos a omitir ese punto. El arte esta bien, el monumento es impresionante, la escultura también, incluso los cuadros del mismísimo Museo del Prado, están a ojos del espectador, en perfecto estado de conservación.
Sin embargo, en el caso de los cuadros, inevitablemente, un equipo de expertos, se encargan del cuidado, limpieza y mantenimiento o restauración de cada obra pictórica. No cualquiera puede dedicarse a limpiar oleos. Este arte, requiere de una formación especifica para proceder a su limpieza. Porque si, los cuadros, acumulan suciedad.
Referente a los monumentos, estatuas o edificios emblemáticos, aunque no requiere de esa formación tan minuciosa y detallada como para limpiar obras pictóricas, si se requiere de formación específica y la utilización de métodos especiales para el efecto.
Centrándonos primeramente en la limpieza del arte pictórico, veamos como se procede para devolver a los cuadros, su aspecto original.
Limpiando el arte
Los profesionales encargados de limpiar esos cuadros que pueden mantener al espectador embelesado durante horas, definen la limpieza como: proceder para hacer que un lugar quede libre de aquello que lo perjudica, elimina imperfecciones y defectos.
En el caso de los lienzos, una limpieza consiste en la eliminación de los depósitos superficiales (polvo) y las manchas que son o pueden ser nocivas para conservar la obra impidiendo su reconocimiento o atentando contra su integridad. Teniendo en cuenta esto, la limpieza, debe indiscutiblemente, garantizar que su realización no provoque la alteración de la superficie tratada. Es decir, la obra tiene que permanecer imperturbable tras la limpieza, conservando toda su esencia.
Con la limpieza solo deben eliminarse los depósitos que desfiguren la propia percepción de la obra y puedan producir alteraciones en la misma. Dado que es determinante la estética final de la obra, durante la limpieza puede decidirse retirar materiales como los barnices o repintes, potenciando de ese modo una estética o percepción determinada.
Realmente, la eliminación de este tipo de materiales mediante la limpieza no persigue el objetivo de restaurar la obra en sí, simplemente, se consigue revelar el estado actual de los materiales originales con los que se compuso.
Por tanto, la limpieza de una obra pictórica, es un tratamiento con riesgos que realiza una modificación irreversible de la misma.
Se utilizan dos tipos de técnicas de limpieza, según el propósito deseado. Cada una de ellas, con sus pros y sus contras. Para decidir el método de limpieza adecuado para cada obra en particular, pueden realizarse muestreos o catas de limpieza. Tras esta selección se establecerá un protocolo de actuación en particular.
Los tipos de limpieza son en seco (físico-mecánicos) y en húmedo (físico-químicos). Dentro de estos encontramos que en seco pueden utilizarse sistemas manuales, instrumentos electro-neumáticos, aero abrasivos, ultrasonidos y láser. En cuanto a los húmedos, existen disolventes neutros, sistemas acuosos y geles de disolventes.
Cada uno de estos procedimientos con una efectividad genérica y unas técnicas de aplicación concretas.
Como podemos comprobar, la limpieza de las obras de arte pictóricas, son otra forma de arte propia. La complejidad, la delicadeza con la que hay que llevarlas a cabo y la existencia de riesgos que pueden llevar el cuadro al desastre, hace necesaria la intervención de profesionales muy cualificados para el desempeño de la tarea.
Monumentos y edificios monumentales
Como comentábamos párrafos atrás, pasamos por alto ese detalle de la limpieza de esos monumentos y edificios emblemáticos. No nos percatamos de que el paso del tiempo, la polución y otros factores, hacen que esas obras de arte urbano, se ensucien.
Sin embargo, cuando las limpian, nos damos cuenta de la notable diferencia. De ver una estatua, como pueda ser la ya citada, Colon o la misma Cibeles, con un color grisáceo que atribuimos como normal, a uno blanco o arena que es el genuino, va un abismo. En ese momento, comprobamos que necesitan de un mantenimiento más allá de la mera observación por el turista o paseante.
Como se limpian estas obras, es algo que ha captado nuestra atención provocando cierta curiosidad. Indagando un poco, hemos descubierto que los métodos de limpieza más utilizados son el chorro de arena sin polvo, el chorro de arena con abrasivos suaves, el granallado, la eliminación de moho y suciedad con chorro de arena, el chorreado abrasivo y el chorreado en húmedo.
Aparte de estos sistemas, para otro tipo de obras, se emplean técnicas láser que permiten la conservación de monumentos como el mismo Panteón romano.
Teniendo en cuenta que, en la actualidad, el método más utilizado es el chorro de arena, vamos a hablar con más detenimiento de este procedimiento que permite una excelente limpieza de monumentos y fachadas emblemáticas.
El uso del chorro de arena, consiste en un sistema de chorreado a presión que elimina tanto la pintura en mal estado, como la lechada, cal, óxido y suciedad adherida en superficies como el mármol, la piedra caliza o el granito. La eliminación de la suciedad que se acumula en este tipo de materiales naturales, se produce sin alterar el mismo, proporciona excelentes resultados y devuelven a las obras el aspecto original.
Aplicar un chorro de arena a presión, elimina la suciedad y los residuos, como si de un exfoliante para la piel se tratara, logra una limpieza profunda en cualquiera de las superficies tratadas, ya sean estructuras metálicas, de madera o como ya hemos citado, la piedra, tan utilizada en las grandes esculturas y monumentos.
Este tratamiento a base de arena, evita a su vez, la oxidación y aumenta la resistencia a la propia corrosión.
Teniendo en cuenta las características concretas de cada monumento o edificio, el estado o el material, se utiliza un tipo de maquinaria y método concreto que permita obtener los mejores resultados.
Queda claro que limpiar obras de arte, es un arte en sí. Si en lo referente a los cuadros, la complejidad es inmensa, los edificios, monumentos y estatuas más emblemáticas (o no emblemáticos, pues la limpieza debe ser para todos), no queda exenta de complicaciones. Solo pensar como se limpia la Torre Eiffel, produce vértigo.
Los materiales con los que se han creado esas obras de arte que copan ciudades, pueblos o barrios, son sin duda lo que define la complejidad de su limpieza y mantenimiento. En estos casos, no podemos decir que es una cuestión de civismo que se mantengan en condiciones como ocurre con las calles. Salvo vándalos que agreden el arte de forma descarada para provocar su deterioro, es el paso del tiempo el que contribuye al mismo.