Hay pocas cosas más características de una procedencia que la forma de hablar y expresarse. Los distintos acentos suponen un elemento que enriquece nuestro lenguaje y le dora, en cierta forma de gran identidad. Sin embargo, en nuestro “doblado” panorama cinematográfico y televisivo, los acentos parecen más una desventaja a un elemento que nos enriquezca. De hecho, solemos valorar cómo un actor consigue reproducir un determinado acento extranjero al enfrentarse a un personaje marcado por una determinada procedencia, pero, de lo contrario, si se trata de nuestros actores a la hora de trabajar en mercados internacionales ese “acentillo español” puede suponer un gran problema para el lanzamiento de su carrera.
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