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El flamenco, un arte representativo de nuestro país

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Si existe un estilo musical y artístico que define a nuestro país, ese es el flamenco. Este modo de vida (porque el flamenco es mucho más que música o arte) es uno de los más internacionales y que mejor cala entre todos aquellos que conocen las costumbres españolas. Tanto es así que muchos extranjeros asocian nuestro país​ a él o a la paella.

Sin embargo, una tradición de estas dimensiones hay que trabajarla y hacerla heredar para que no caiga en desuso y corra un severo riesgo de extinción. Es por eso por lo que debemos transmitir a los más jóvenes los valores asociados al flamenco y, en definitiva, todas esas costumbres que tienen que ver con él. De esta manera, el futuro para él será mucho más grandioso y podrá hablarse del flamenco como un patrimonio cultural eterno.

Mi familia y yo hemos mantenido un gran respeto por todos los valores asociados a un bien de interés cultural de semejantes características. Por desgracia, apenas hemos conocido gente que comparta nuestras sensaciones y es por ello por lo que mi mujer y yo hemos tratado de inculcar su valor entre nuestras dos niñas. Y la verdad es que tales propósitos han tenido unos resultados bastantes satisfactorios.

Las niñas han demostrado tener un interés muy grande en un mundo como el del flamenco y, en especial, el relacionado con su moda. Desde que en una de las celebraciones de nuestra ciudad vieron cómo un conjunto de niñas vestidas de flamencas formaba parte de un desfile, ellas comenzaron a desarrollar una auténtica obsesión por hacer lo mismo. Esto se había convertido en su sueño y no íbamos a ser sus propios padres los que de lo arrebatáramos.

Fue por ello por lo que empezamos a obtener información acerca de los medios por los cuales pudiésemos acceder a la compra de vestidos como aquellos. Para ello recurrimos a Internet debido a que en nuestra ciudad no había ninguna tienda. Fue así como descubrimos E-Molina, una entidad en cuya página web pudimos descubrir exactamente el tipo de prendas por las que estábamos suspirando.

La calidad de los vestidos de flamenca y el bajo precio al que podíamos adquirirlos llamaron nuestra atención desde el primer momento. Nos encontrábamos así ante una oportunidad única para hacer muy felices a las niñas y contemplar esa sonrisa que tanto nos agradan y que es el principal motivo de todo lo que hacemos tanto mi mujer como yo.

Hora de participar en el desfile

Los vestidos les encantaron a las niñas. Además de darles un aire adorable e irresistible, les otorgaba una gracia especial que hacía que su presencia destacara allí donde acudieran vestidas con ellos. Surgía entonces la posibilidad de que salieran vestidas de flamencas el año siguiente en el mismo desfile en el que habían visto a aquellas otras niñas a través de las cuales habían conocido el tipo de vestido que ahora adoraban. Su madre y yo estuvimos de acuerdo en inscribirlas para ello y, llegado el año siguiente, era la hora de demostrarle a toda la ciudad la belleza que implica el ver a mis niñas ataviadas con prendas de semejante enjundia.

Aquel desfile supuso un auténtico éxito para la reputación de mis hijas. Se ganaron el cariño de mucha gente y, en general, se dieron a conocer ante la sociedad. Sin duda alguna, eso puede resultarles de gran utilidad en un futuro próximo.

Por lo que respecta a la actualidad, en mi familia nos sentimos orgullosos por haber defendido de manera tan vehemente una tradición tan arraigada en España como la del flamenco. Estamos seguros de que un modo de vida como este seguirá manteniéndose en el futuro y que seguirá siendo el flamenco una de nuestras tradiciones más características.

 

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